lunes, 8 de octubre de 2012

VERSO SUELTO.




VERSO SUELTO



El aire, que inocente respirabas, atrajo hasta tu olfato un buen día el perfume de una idea, proveyó a tu corazón de una brújula marcándote un rumbo a seguir e hizo desde ese instante tu vida errante con la sola misión de indagar sin más dilación ni descanso en la búsqueda de un verso que armonizara tu existencia. Con el único afán de convertirte en corredor pasaste de ser temeroso a sentirte pionero, de frecuentar la retaguardia a transitar por la primera línea, de andar por territorios agostados a correr por espacios fértiles; a pecho descubierto con el sin par privilegio de tus zancadas profesaste de noble en lugar de ejercer de plebeyo, transformando pobreza en riqueza y, tras experimentar la ausencia de un blanco al que apuntar, disfrutaste la presencia nítida de una diana en que acertar.

Fue como una brisa fresca que ventiló y limpió tu alma de malas fortunas y te mostró por entonces las razones para correr, pues buscando tan sólo rimas comenzaron a sonar tus pasos. Declamando tu pasión fuiste formando poesías y reclamando un lugar en el que habitar con tu recién nacido entusiasmo. Tus piernas, leyendo letras, perseguían argumentos, argumentos para tu vida, tesis para tu subsistencia. En cada carrera versificabas un poema y aquella brisa fresca, que ventiló y limpió tu alma de malas fortunas, trajo consigo tu futuro.
Con el único afán de convertirte en corredor
pasaste de ser temeroso a sentirte pionero...


Manejando tus prebendas se fue forjando tu experiencia y colmando tu ambición. Con el aliento contenido, el mismo que regulaba tu esfuerzo, soplabas las velas cada año y crecían tus aspiraciones, que ni los lustros que iban pesando sobre tu espalda, ni los rotos que con cierta frecuencia amenazaban tu cuerpo eran capaces de dejar en suspenso así que corriera el tiempo en tu contra, pues el viento soplaba a tu favor y te acercaba a la senda de tu destino.

Si toda una vida se puede emplear en conseguir la excelencia, basta sólo un segundo para hacernos perder el norte. Este axioma, anclado en tu conciencia, te hizo ver la conveniencia de jugar a ser Ave Fénix que entierra sus pasos en las cenizas, para renacer y a golpe de aleteos pasar a vuelo rasante y reinventarse en infinitos kilometrajes.Y, curando las alas que se desgarraron, echabas de nuevo a volar para ver el mundo desde otra perspectiva y ampliar la visión sin cegarte en los recuerdos, porque la memoria en ocasiones se siente frágil y halla excusas en el olvido.
...un rayito de luz que te apercibía de un novedoso enfoque.
Pero tú siempre tras tropezar descubrirías a un amigo que dándote una palmada en el hombro sacudía el polvo que acumulaste en la caída, o un rayito de luz que te apercibía de un novedoso enfoque aprendiendo, gracias a ellos, a mesurar tus anhelos cuando las decepciones amenazaban con conquistarte si otros contrincantes más curtidos te acosaban, y a esquivar de inmediato los empujones del desánimo que revoloteaba por tu cabeza, y sin darte más tregua volvías a recitar caminos.


Disfrutabas tanto de los momentos en que te enfrentabas a tu propia exigencia, a la línea clara del horizonte y al hallazgo de tus límites personales, que dejó de importarte que las rimas fueran perfectas o imperfectas, para encontrar poco a poco tu propio lugar en el universo de infinitas posibilidades que se te brindaba en cada entrenamiento.
Y finalmente aquella idea que un día te trajo el aire, aquella ilusión que te robó el alma y puso alas a tus pies, aquel anhelo que te ayudó a respirar te convirtió en un verso suelto, un verso blanco, un verso libre, libre de ataduras al tiempo, sólo consonado con los ecos que brotaban de tu corazón.
...aquella ilusión que te robó el alma...


Aurora Pérez.

1 comentario:

  1. NO es un comentario a esta entrada sino a tu recuperación...ÁNIMO CAMPEÓN, eres un tío tan sensible que te has roto de poner el corazón en cada zancada, en cada paso, en cada abrazo a tus compañeros... Gracias por ser como eres...

    Pd: Nunca te he dicho que me recuerdas un montón a mi primo Gonzalo... algún te cuento su historia...

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